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Parres, Tierra'l Jelechu.
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REVISTA ANUARIO Nº 19 DEL AÑO 2.000 DE PARRES, TIERRA'L JELECHU
III FIESTA'L TORU EN VIANGO
Parres, Verano 2.000
Los de Parres en la fiesta de Viango (1/2)
En la foto podemos ver a grupo de participantes descansando y algunos resguardándose de la lluvia.
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Uno de los días más esperados del verano es la subida al monte para celebrar la fiesta que organizan vecinos de Parres y Porrua. Este año fue el pasado Domingo día 17 de Septiembre del año 2.000. Se organizó la parrillada que en la presente edición consistió en costillas a la parrilla, chorizos criollos, chorizos a la sidra, queso curado de Sergio y cinco kilos de tarta de avellana y café, que como todos los años la lleva Marisa desde Parres.
La gente de Parres como cada año no quiso perderse la cita, y se apuntaron a la parrillada. Aunque estuvieron a punto de quedarse en casa puesto que las 12 horas anteriores a la subida, no fueron muy alentadoras. La noche de la fiesta del Morru dejó huella en todos ellos, ya que se pasaron la última verbena del verano celebrándolo por todo lo alto, pero las inclemencias del tiempo fue lo que más preocupó a nuestros aventureros montañeros, puesto que la lluvia hizo acto de presencia durante toda la noche anterior.
Nos acercábamos al Valle de Viango, cuando vimos a unos ganaderos del Pueblo de Porrúa, que andaban buscando a una vaca que les faltaba y la encontraron muerta. La vemos en la parte de arriba a la izquierda de la foto.
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A pesar de todo, el madrugón se hizo notar, a las 11 horas ya estaban Marisa, Raquel, Rebeca, Jéssica, Fornos y Javi en pie de guerra, para comenzar a caminar, aunque existían nubes negras y bajas que amenazaban lluvia, se aventuraron a intentarlo y así lo hicieron.
Más adelante, encontramos una vaca, y como nos había sobrado pan, se lo dimos para que lo comiera.
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La caminata fue suave pero continua. No hubo paradas puesto que algunos pensaban que iban muy tarde y otros pensaban que daba igual si íbamos tarde o temprano. Durante el recorrido nos encontramos a nuestro amigo Orlando, vecino de Porrua que iba de regreso al pueblo para más tarde volver a subir... (Todavía estamos esperando por él...). También nos encontramos con Alejandro, también de Porrua que iba a caballo hacia los Corros. Como los colonos del Oeste Americano.
Volviendo la vista atrás, vemos las montañas por las que bajamos al Valle de Viango, desde la cabaña de El Collau.
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La novedad de este año durante el camino fue la ausencia de caídas y accidentes (mínimos gracias a Dios), que no sucedieron como en ediciones anteriores. Todos sabemos que el protagonismo de este tipo de situaciones corren a cargo de Jéssica, pero sorprendentemente, esta vez no acabó en el suelo. Las huellas del año pasado, todavía se conservan en el camino.
Una vista general del Valle Viango y a los lejos el Valle de La Raíz, con la neblina de la tarde.
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Un rato antes de llegar a la fuente del Peyu la Lisa, notaron ya como el aroma a costilla de la parrillada, invadía el ambiente realmente aromático. Y cuando aparecieron ya en el lugar donde estaban los comensales, la Llosa de Viango, nos encontramos con que ya había comenzado la comida. Era la una y media más o menos y los primeros costillares ya habían volado, bueno, fue llegar y besar el Santo. Lo primero que hicieron nada más llegar fue acoplarse a una mesa (qué casualidad donde estaba el vinu, que cosas ¿eh?).
Los hombres preparando las maderas con las que harán las colleras para las vacas, al lado de la cabaña de Gumer.
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Las costillas fueron y vinieron incansablemente durante largo rato, todo hay que decirlo, estaban deliciosas. Como siempre las había para todos los gustos así que nadie puede decir que no estaban ricas. El cocinero Fredo, nos mostró su pericia a la hora de manejar el “jorquetu” en el transporte de los costillares, aunque hubo momentos en los que la mano era lo mejor, pero daba igual, todos los que estabamos allí disfrutamos de una gran y abundante comida, regada de buen vino, dos bidones de 50 litros.
Después de la comida, las competiciones deportivas. El Tiro de la Cuerda entre las mujeres.
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La lluvia quiso hacer acto de presencia, pero el sol se lo impidió e hizo que quedara una tarde radiante para disfrutar de un buen día de monte con amigos, conocidos y familiares.
Los hombres no podían ser menos y aquí vemos a cuatro de ellos en el Tiro del Palu. De frente a la izquierda vemos a Fredo de Parres, los otros tres son del Pueblo de Porrúa.
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Después de la costillada, chorizos criollos y a la sidra, queso, tarta, café, copa y puro (... y siesta, por supuesto, aunque a alguno le jugó una mala pasada la juerga nocturna y durmió durante toda la tarde).
La sobremesa se alargó un poco, la gaita sonaba por todo el valle, a veces sonaba bien y a veces sonaba... puesto que algunos quisieron emular a Hevia e intentaban sacar algún sonido al aparato pero, era harto difícil.
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Parres, Verano 2.000
Los de Parres en la fiesta de Viango (2/2)
En la foto podemos ver a Alfredo, en plena faena de la parrillada.
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La gente formó grupos de charla, otros jugaban al fútbol, otros tomaban café o el chupito y otros disfrutaban del paisaje. Quizá, lo que más les llamó la atención a los de Parres fue como algunos de ellos (los de ciudad) disfrutaban de cómo algunos porruanos daban clases de carpintería práctica a un chaval (que según decían es carpintero) mientras se fabricaban un yugo o colleras para las vacas. Y así, como quien no quiere la cosa, de unos trozos de madera, que para cualquier otro hubieran sido leña, con ello hicieron tres colleras para las vacas.
La tranquilidad de la sobremesa se rompió con la caída inesperada de una moza, no seáis mal pensados no fue Jéssica, fue una chica que iba montando a caballo. Este empezó a trotar de manera inesperada, perdió el equilibrio y el “llombazu” me dolió hasta a mí...
Marisa y Carmen, contemplan el paisaje y las competiciones deportivas de los chavales.
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Luego comenzaron los deportes, el “espitu”, el tiro del palu, salto de altura, y el tiro de la cuerda que hicieron las veces de amenizadores de la fiesta. Quizá, lo que más sobresalió, fue la imbatibilidad de Raquel en el tiro del palu, que aguantó estoicamente los tirones de sus adversarias, dejando el pabellón de Parres bien alto. Como siempre el salto de altura, siguió teniendo como campeón a Alfredo que este año no tuvo contrincantes. (Quizá por que Alejandro no estaba presente en esta ocasión. Motivos futboleros le impidieron quedarse en la fiesta). Pero lo que más sensación causó este año fue el tiro de la cuerda, que dejó patente que los casados no tienen nada que hacer con la fuerza de los solteros y que las casadas todo lo contrario, pudieron con la poca fuerza de las solteras. Aquí sólo vale la fuerza bruta. Y también nos sirvió como recordatorio de que, a veces, la cuerda se rompe... y vaya que se rompió. Las culadas fueron sonadas.
Tres amigas. Carmen, Marisa y una amiga de Porrúa, quieren dejar constancia de su asistencia a la III Fiesta'l Toru.
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Y llegó la hora de marchar. Daba pena, pero no había otra alternativa. Algunos se marchaban ya para sus lugares de residencia como Fornos que se volvía a Cudillero y que se pasó la tarde como árbitro de cada prueba (que mejor que uno de fuera para evitar discusiones, que este día tampoco fueron lo principal). Efectivamente, los de Parres tomaron el camino de regreso con las incorporaciones de Felix y Carmen, también asiduos a esta fiesta, aunque se decidieron en el último momento a subir, y ya pasaron la noche del sábado, durmiendo en el monte en una cabaña, en la que por la noche cazaron hasta un ratón, en la ratonera que hay para tal fin allí.
No se puede decir que pasaron hambre. Gidio, Raquel, Marisa, Javier y Jésica, dando buena cuenta de la carne de Toru, los chorizos, las costillas, las tortillas, los postres y un muy largo etc., que había para comer y para beber el vinu de Cariñena, en esta gran fiesta. Felicitamos desde aquí a los organizadores y a todas la personas que de una forma u otra colaboraron para hacer posible este día. Esperamos volver el año próximo.
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Lo más accidentado del día, fue el camino de vuelta, ya que Raquel, Fornos y Javi se perdieron. Por mucho que dijera Raquel que conocía el camino, acabaron en pleno monte virgen, atravesando zonas donde el jelechu tomaba tintes de árbol y el “gromu” causaba estragos en las piernas de los dos chavales que llevaban al descubierto. Fornos se cayó en una “torca” que le cubría hasta la cintura (tuvo suerte). Pero llegó un momento en el que el teórico senderismo acabó siendo montañismo y alpinismo. Hasta que dieron con un camino unos metros más abajo y a su derecha aparecieron varios viandantes que regresaban de la fiesta y se preguntaban a voz en grito ¡que demonios hacían esos dos allí encaramados¡ y ellos respondían, que ¡eso mismo se preguntaban ellos¡ Que gracias a su amiga Raquel que conocía el camino, que si no, terminaban en el Turbina. Lograron hallar el buen camino, gracias a estos amigos, y alcanzar los coches “sanos y salvos”
Después del esfuerzo realizado, bien se merecen una buena siesta.
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Hay que decir que este año hubo una cierta disminución de la gente que acudió a la fiesta, habría una 250 personas. Quizá el tiempo del día anterior no fue un buen presagio y por eso no hubo tanto público. A pesar de todo, mereció la pena subir y los chavales de Parres están dispuestos para que el año que viene repitan la subida al monte a pasarlo bien con las buenas gentes de Porrua.
Desde aquí queremos felicitar a los organizadores del evento, que como siempre, han sabido manejarlo de buenas maneras y desde Parres estamos convencidos de que la cita en el monte estará asegurada durante muchos años.
Parres, 17-09-2.000
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