Estaba profusamente adornado con plumas de colores y la agraciada, que no puede decir que no tiene suerte, fue Cándida Fernández Valdés, que ya en el año 2.007 también lo llevó para su casa.
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María, una mano inocente, rebuscando en la bolsa el número de la suete.
D. Francisco muestra el número extraído. A quién le tocará,
Cándida, muy sonriente por haber sido la agraciada.
Cándida, con el Carretu, rodeda de los feligreses que asistieron a la Misa de La Candelaria, en la Iglesia de Santa María Magdalena de Parres .
Cándida Fernández Valdés, con el Carretu que le tocó en suerte.