Revista Anuario nº XXIV de Parres, Tierra'l Jelechu del año 2.006 de todo lo acaecido en Parres a lo largo del año 2.005 y que hemos distribuído en el Verano de 2.006
Revista Anuario Nº XXIV del año 2.005 de Parres, Tierra'l Jelechu
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REVISTA ANUARIO Nº 24 DEL AÑO 2.005
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MI PERRU LULO
El día 8 de Abril de 2.005 falleció alguien especial en mi vida. Igual alguna persona recuerda que ese mismo día falleció Juan Pablo II, pero no voy a hablar de él ni mucho menos.
Hoy voy a contaros la vida de Lulo, mi perru, el perru de mi familia durante los últimos doce años aproximadamente.
A Lulo lu recogieron cerca de la escuela de Parres, posiblemente llegó desde la autopista abandonáu por un coche a mediaos de aquella primavera. Cuando mi padre Félix, se enteró de que en el Jogu había otru perru acudió allí pa ver cómo era, pues se acercaba el veranu y necesitaba unu pa las vacas. Desde aquel día se convirtió en el más fiel compañeru de mi padre, ¡cuántas veces subirían al Cuera, el Traviesu o a las Cuestas juntos! Eso solamente lo saben las piernas de ambos.
Lulo era un perru de tamañu mediu, básicamente de tres colores (marrón, negru y blancu) que se entremezclaban, siendo su cabeza y patas marrón claro y su lomu grisáceo. El veterinariu nos dijo que era un Pastor Vascu, de cinco años aproximadamente.
Con sus ojos redondos, de color marrón claro y muy expresivos, al principiu te miraba triste y desconfiáu, pero rápidamente se le notaba que quería ser tu amigu.
Era un perru muy inteligente al que sólo le faltaba hablar. Todos los días al llegar a casa era el primeru que se ponía contentu y alertaba a tou´l barriu de Pedrujerrín con sus ladridos.
Lulo no fue muy afortunáu en lo que a salud se refiere, siempre andaba coju, si no era de una pata era de otra. Fue atropelláu por alguna que otra moto y en sus visitas al monte sufrió varios incidentes.
En una ocasión metió una pata entre dos piedras y pasó tou´l verano con la pata entablillada a la sombra del fresnu de Pedrujerrín, y en ocasiones cuando el sol apretaba demasiáu se guarecía bajo la encina de detrás de mi casa.
El accidente más grave que sufrió fue la rotura de la tráquea y el veterinariu nos recomendó darle la inyección, pero nos negamos y confiamos ciegamente en su recuperación.
Estuvo tres meses tomando exclusivamente líquidos y casi no podía levantase. Aún con la cara magullada un día salió de casa, lu buscamos pero no había ni rastru de él por ningún lau. La gente nos decía que marchaba pa morir, pero yo tampoco me lo quería creer y una soleada mañana el animal como si de un espíritu se tratase subía la cuesta de delante de mi casa, caminando pausadamente pero con los ojos brillantes. Pasó casi una semana fuera de casa y estaba muy mejoráu, en un tiempu su tráquea se recuperó totalmente y pudo seguir haciendo vida normal.
Durante los últimos años Lulo se encontraba en estáu de jubilación, su vida transcurría felizmente en Parres y a pesar de los achaques de la edad, algún día iba con mi padre, se bañaba en todos los charcos, ríos y barrizales que encontraba a su pasu, tenía muchas novias y acudía a la bendición de San Antón con gran fervor y a todos los actos que le apetecía (ensayos de Santa Marina, juegos infantiles…), pero eso sí, cuando sonaban los voladores se escondía donde podía.